No hay gloria en el hombre ni nada bueno por emular en él, y no hay más hermosura que lo efímero de sus primeros años, la imbecilidad se acentúa con los años, al punto de creerse sabios, pero su sabiduría es locura.
No, no hay nada bueno en el hombre, todos y cada uno va en pos de si mismos y su infidelidad es su esencia, cobardía y traición...lo llevan en la sangre.
La banalidad y frivolidad es aprendida y llevada en los hombros de su juventud.
No, no hay nada bueno en el hombre, donde solo hay gritos en la puerta trasera de su hogar, donde sus obras secretas repugnan, mientras que en el jardín de su casa demuestra con hipocresía lo generoso, honorable, bueno y lleno de valores que puede ser.
No hay divinidad en el hombre ni misericordia en él, solo es un pequeño fascista que no tiene respeto por el tejido vivo y lo considera de ningún valor. A la crueldad la llama eficacia y su falta de compasión lo lleva a la crueldad, tormento y ridiculización de sus víctimas y sus semejantes son solo objetos de su egoísta beneficio.
No, no hay nada bueno en el hombre, en su razonamiento se halla la intolerancia, el racismo, la vanidad y el orgullo. En su pecho solo alberga el deseo de reconocimiento y poder, su juramento es mentira y sus promesas nunca son cumplidas, de su boca solo sale, maldición, ignorancia, mentiras, adulación...no, no hay nada bueno en él.
Me siento avergonzado y defraudado, me siento incapaz de volver a creer en el hombre, tan banal es su doctrina al igual que lo cambiante de sus teorías.
miércoles, 14 de diciembre de 2011
jueves, 1 de diciembre de 2011
Una lección.
Un día, un hombre particularmente sabio, comenzó a decir una broma a la audiencia que se encontraba con él.
Toda la gente se reía, no respiraba de la risa, se volvían locos.
Después de un momento, dijo la misma broma.
Esta vez la gente que reía se vió reducido en número.
Repitió la misma broma una vez y otra vez...Así hasta que a nadie más le hacia la más mínima gracia.
El sonrió y dijo:
No os podéis reír de la misma broma muchas veces, entonces ¿Porque seguís llorando siempre por las mismas cosas una vez y otra y otra vez..?
Toda la gente se reía, no respiraba de la risa, se volvían locos.
Después de un momento, dijo la misma broma.
Esta vez la gente que reía se vió reducido en número.
Repitió la misma broma una vez y otra vez...Así hasta que a nadie más le hacia la más mínima gracia.
El sonrió y dijo:
No os podéis reír de la misma broma muchas veces, entonces ¿Porque seguís llorando siempre por las mismas cosas una vez y otra y otra vez..?
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